Cuando mi abuela muere tus palabras fueron un té para mi, me calmaron.
Ahora que te has ido, vuelvo a tomar de ese té que me regalaste, para tranquilizarme.
A esta hora debes estar tomando café con mi viejita, ese, que nos preparaba a mi hermana y a mi todas las tardes.
Escribo, te escribo, para dar consuelo a mis pensamientos y drenar mis sentimientos, y eso también lo era para ti.
A veces nos callamos mucho, quizás para no darle más carga a quienes ya tienen suficiente, pero al final de la tarde los amigos siempre son ese té de alivio a la hora indicada.
Te recordaré todas mis noches en los té que me prepara mi padre y que bebo junto a él, a veces en silencio o a veces riendo pero siempre antes de dormir.
@Adrisotog
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